Capitulo 6.
Tulips and strawberry
Al
despertar hay una luz debajo de mi puerta.
Como mi habitación está absolutamente a oscuras puedo visualizar
fácilmente los números fluorescentes del
reloj.
Son
las cinco am y Jaejoong ya está
despierto, lo que es raro porque es domingo. Él siempre tuvo problemas para
seguir un horario como una persona normal pero no entiendo porque al abrir la puerta puedo captar su
loción corporal desde el pasillo.
Me
duele la cabeza, pero estoy mejor aunque tenga la nariz congestionada y probablemente vaya a hablar raro por el resto del día.
Sí
espiar es verlo por la puerta entreabierta de la habitación de Yunho, entonces,
maldición, estoy espiándolo.
Solo
lleva puesto unos pantalones negros de vestir. Esta descalzo. Toda la
habitación huele a él.
Me
obligo a dejar de observar su torso húmedo y desnudo para llamar a la puerta.
“¿A
dónde vas a ir?” cuestiono con mi
humillante voz nasal intentando aparentar indiferencia. El resultado solamente
me avergüenza.
El
parece estar sorprendido de verme. Así que planeaba irse sin decirme, y no es
que me interese. Es solo qué… planeaba
irse SIN DECIRME. Oculta algo. Lo conozco demasiado bien como para leer esa
expresión de niño descubierto en su travesura.
“Solo
voy a salir un momento” ¿Vestido así?
Asiento
como si para mí fuera suficiente. Camino a la cocina con el detrás de mí.
“Changmin,
aún estás enfermo. Deberías ir a descansar.”
Se escucha preocupado. Pero si lo estuviera, entonces no se iría y me dejaría solo. ¿Qué tal si me da
hambre y no quiero pararme a comprar
algo? Eso es muy peligroso.
Abro
el refrigerador, que está demasiado lleno para solo dos personas, para tomar el yogurt y beberlo desde su envase.
“¿Cómo
te sientes?” El mismo pervertido que me besó ayer esta mirándome con una expresión linda e
inocente. Debería reírme.
“Mejor”
mascullo. Cuando dejo de tomar, el acerca su mano y me quita algunos restos de
fresa.
“Volveré
pronto. Regresa a dormir.”
“No es que me preocupe quedarme solo. Tárdate
lo que quieras.” Vete con Yoochun ahora que Yunho no está aquí. Tú, infiel.
Me
toca delicadamente detrás de la oreja, como solía hacer en el pasado. Aunque siento como si quisiera abrazarlo, tan
solo me encojo ante el contacto. Sin embargo no lo aparto hasta que llega a mi
mejilla y la pellizca con cariño.
“Voy
a traerte algo para comer.”Luego da un beso en la comisura de mis labios
resecos para después ir a terminar de
vestirse.
Mientras
observo aquel insinuante tatuaje en su espalda baja, siento como si tuviera
fiebre otra vez.
Me
quedo estático aún con el yogurt balanceándose en mis manos.
Hay
algo que sobra por aquí, en este departamento con piso de madera, cosas de
hombres y paredes blancas y azules. En la barrita, al lado de mi carpeta de la
universidad. Es un ramo de flores.
Tulipanes rosas.
Sin
poder evitarlo, aprieto mi mandíbula mientras imagino que las tomo bruscamente y las tiro al bote de
basura pero solo puedo atinar a dejar el envase de yogurt de regreso al
refrigerador para después dirigirme a mi habitación.
De
un momento a otro ya no tengo hambre.
No sé para quien sean o si se las dieron, no es seguro, pero un hombre
joven no tiene un ramo de flores solo porque sí.Incluso si ese hombre es Jaejoong.
¿Pero
que me interesa? No es asunto mío. Yo no debería estar pensando nada a eso. No
es conmigo con quien se supone que está saliendo, es Yunho. Qué se preocupe él, no yo.
Pero
el no está y no puedo evitar pensar que es injusto que Jaejoong aproveche eso para…para…
No,
incluso si Yunho estuviera a aquí, él es tan bueno como para no sospechar nada.
No es celoso, ni inseguro, ni nada de eso. Él es como el novio perfecto porque
es amable, es atento y hogareño.
Recuerdo
mi pequeño crush con Yunho, solo fue cuando lo conocí, duro solo un día, me
deslumbró un poco, ahora estoy seguro de que fue solo admiración. Pronto me dí
cuenta que jamás sería ni un poquito de lo que sentí por Jaejoong.
De
lo que siento por Jaejoong. Mierda Jaejoong.
Ahora
esta abriendo mi corazón de nuevo… no,
solo está abriendo la puerta de mi habitación sin tocar.
Tiene
un poco de gel en el cabello para llevar hacia atrás los mechones a los
costados de su cara. Parece un hombre de negocios con ese traje gris oscuro.
Se
ve un poco incomodo con su corbata
negra, o tal vez es la forma en la que
lo estoy viendo.
Al
menos cierra la boca, Changmin.
Puedo
apreciar que está más delgado que antes con ese saco ceñido, pero todavía causa
esas pequeñas revoluciones de hormonas en mí.
Sonríe
tímidamente. “Aunque voy a regresar hasta las diez, si necesitas algo, puedes
llamarme y vendré.”
Era
tan seco e inexpresivo cuando nos vimos hace
más de un mes. Ahora es todo amable y complaciente. Al principio habia pensado qué el cambio de
su actitud para conmigo se debía a que estaba saliendo con Yunho.
Pero
besos después no creo que solo lo haga por que yo sea el dongsaeng de su novio.
Le
digo que estaré bien con la cabeza. No quiero pronunciar un Mierda biennn nasal.
Mi
pulso se acelera pensando que en va a intentar algo cuando se acerca un poco, pero parece dudar y
retrocede. En ese momento puedo ver las flores en la mano que mantenía
escondidas detrás de su espalda.
“Descansa,
Min.” Da media vuelta y yo estoy atento al sonido de sus pasos rápidos. Se
detiene, escuchó unas llaves retintinear y la puerta cerrándose.
Muy
bien, lleva las flores. No puedo
imaginarme al tipo con esa voz grave que escuché ayer por mi celular recibiendo
flores. Deben ser para una chica.
De
seguro es con quien estaba hablando por
teléfono el miércoles. Esa voz cariñosa
no se escucha más que dirigida hacia mí, pero estaba usándola para hablar con
esa tal Dae-ah.
Pues
que haga lo que quiera. No es mi asunto. Yunho tiene la culpa por conseguirse a un
chico tan fácil.
Doy
vuelta y gateo hasta llegar a mi almohada. Paso mis manos por detrás. El anillo
de Jaejoong se siente frio contra mi mano. Lo remuevo entre mis dedos hasta
quedarme dormido.
Alguien
está tocando el timbre insistentemente.
Los rayos del sol que se cuelan por la ventana cercana a mi cama
calientan mis pies a pesar de que aún hace un poco de frío.
Joder,
no hay nadie. Dejen de tocar.
Vuelven
a insistir.
Ni
hablar, pateo las sabanas para ponerme
de pie, entre más rápido le diga que no a quien sea la persona en la puerta,
más rápido regresaré a mis sueños utópicos de ramen, helado gratis y chicas
bonitas en la playa.
Cuando
abro la puerta, una adolescente de al menos quince años me mira con curiosidad,
una niña corre a ponerse detrás de sus piernas.
“¿Segura
que es aquí?... ” le pregunta la menor.
“Sí.
Aquí nos llevo oppa el viernes ¿recuerdas? Además Chun oppa me dio la
dirección. Pórtate bien ¿vale?”
Ella
niega con la cabeza pero la otra no la ve y le acaricia los mechones
empujándola hacia adelante.
“¿Changmin,
verdad?” Me pregunta con voz suave, la carga en sus brazos al ver que no planea
moverse. “¿Puedes decirle a Joongie que no podré cuidar de ella hasta las
nueve? “
“¡Unnie!”
protesta.
“¡Lo
siento, nena! Es un examen muy importante ¿vale? No puedo cuidarte hasta que
papi llegue. Changmin es un amigo, va a cuidarte.”
“¿Cómo
sabes mi nombre?” Le pregunto mientras me recargo en el marco de la puerta.
Cualquiera podría sentirse conmovido por esa chica linda hablándole con ternura
a la bebé. Pero no en mi caso. Ella debería notar mi cara de fastidio y sueño e
irse de aquí.
“Jaejoong
dijo que estaba viviendo aquí con usted. ¿Cierto? Solo será un par de horas. Le
envié un mensaje para avisarle que Daeyoung estaría aquí.”
“¿Y
tú eres…?”
“Soy
la niñera de Daeyoung.” La niña esta aferrada al cuello de la joven, se ve
doloroso.
“Aquí va. Cuídela mientras tanto ,ahjussi.”
“Espera…no
soy…” Ella me la pasa mientras se
remueve entre sus brazos.
“¡Unnie,
no!” No me queda de otra y tengo que sostenerla como puedo, pero sigue
retorciéndose.
“Por
favor, compórtate Daeyoung.” Siento algo de lastima por ella, su cuello esta
rojo, se ven cansada y despeinada. Le pasa una mochila de Hello Kitty y la menor la tira al suelo. Pero
la chica ya ha dado media vuelta mientras se va y no ha podido verla.
Si
en cualquier momento se pone a llorar voy a encerrarla en el baño. Camino
peleándome con ella de regreso adentro.
Tengo
que llamar a Jaejoong para preguntarle. Podría hacerlo si al menos no hubiese
olvidado su celular en la mesa de la sala.
Lo
tomo, leyendo los dos mensajes:
“Jaejoong, le habia
dicho que mis exámenes comenzaban hoy muy temprano. No puedo cuidarla, y como
ni Yoochun ni su madre estaban, tuve que
dejar a Dae con su amigo Changmin.”
“Hey, tú... La reunión
es a las ocho.”
El
último es de Yoochun. Las preguntas
comienzan a formularse en mi mente.
Ahora hay una
niña de quizá siete años recorriendo el lugar con un aspecto serio. Lleva el
cabello hasta los hombros con una
diadema, viste una sudadera rosa con un gatito y una falda. Debe ser algo de
Jaejoong, como su sobrina, tiene muchas hermanas. Lo que me hace pensar que la
supuesta niñera en realidad tiene más opciones para dejar a la bebé.
“Oye, no
toques eso.” Lleva la infantil alcancía de Yunho en sus manos. “Ven… eh… tengo dulces y… ¿quieres ver
caricaturas?”
No me
responde. Está observando sus pies mientras abraza al cerdito.
“Quiero a mi
papá.” Susurra. Hay algunas lágrimas en sus ojos. “Extraño a papá.”
“Tío Jaejoong
te llevará con él más tarde.” Trato
hacer una voz amigable como para que un niño entienda, pero ella solo retrocede
haciendo un puchero.
“Mi papá….”
Deja caer la alcancía y corre hasta el cuarto de Yunho. “¡Jaejoong!”
No debe ser
muy lista. Jaejoong no estaría nunca debajo de la cama.
“¿Cuál es tu
nombre? ¿Ah? ¿Daeyoung?.”
“Cállate.”
Murmura entre dientes.
“No deberías
hablar así, es malo.” Mis papás nunca me regañaron por eso a mí, y por eso a
veces soy un poco grosero. A ella deberían llamarle la atención.
Daeyoung sube
a la cama, y aspira la almohada de Jaejoong. “Huele a mi papi.”
Me acercó
hasta ella para oler también. “No, huele a Jaejoong.” Corrijo. “Vamos a la
sala”
“Creí decirte
que callaras.” Dice con su vocecita
aguda. La cargo entre mis brazos y ella comienza a patearme.
“¡No tienes
modales!” exclamo. “¡Hey, me duele!”
Aun así ella
logra hacer que la baje incluso si apenas tiene un metro con treinta de estatura. Me
rasguñó la mejilla.
Hago que se
siente en el sillón a pesar de sus manos queriendo tirar de mi cabello y mí de
los cordones de mi jersey.
“Vas a ver
bob esponja y vas a quedarte quieta.” Ordeno sin hacer un mínimo esfuerzo por modular mi voz.
“Eres un
idiota.” Susurra.
“¿Tus padres
no te han dicho que eso es ser maleducado?”
“No.” Incluso se ve orgullosa de eso. Decido no
pensar demasiado en el pequeño diablillo de brazos cruzados y rodillas raspadas
que hay en mi sofá y enciendo la televisión.
Pasan alrededor
de veinte minutos cuando finalmente el dibujo animado termina y comienza otro
que, a mi edad, ya no conozco.
Recargo mi
codo en el antebrazo del sillón individual mientras intento prestar atención a
los monitos en tercera dimensión, pero en sí, la trama es demasiado tonta como
para
esforzarme mucho en ello.
“Eres
aburrido. Esto es aburrido”
“No controlo la programación de mierda.” Respondo entre
dientes. Ella voltea a verme con los labios entreabiertos en una mueca de
sorpresa.
“¡Dijiste Mierda!”
Me señala con su pequeño dedo índice.
“Mierda, Mierda,
Mierda, Mierda.”Imito su voz aguda mientras le hago caras. Mi comportamiento es
infantil, y es que ella solo logra estresarme. De un momento a otro, se levanta
y comienza a saltar en el sofá, poniendo sus sucios zapatos en la tela beige.
“¡Mierda! ¡Mierda!”
A medida que repite la palabra, su pronunciación mejora hasta hacerla perfecta.
“¡Eh para ya,
la tapicería es nueva!”
“¡Tapicería
de mierda!” Responde con una sonrisa, parece que esta divirtiéndose a mi costa.
No va a
obedecerme aquí sentado, así que me levanto amenazante a lo que ella da un
gritito de emoción y salta más alto agitando sus brazos.
Logro sostenerla
por la cintura aunque se remueva. “¡No! ¡Quiero jugar! ¡Mierdaaa! ”
“¡¿Así es
como juegas?!”
La tomo entre
mis brazos para que deje de saltar, gracias a eso se detiene por un momento
pero vuelve a gritar en mi oído: “¡Vamos al parque!”
¿Cómo sabe
que aquí hay uno? Los arboles lo cubren muy bien, así que solo quienes viven
por los alrededores lo conocen.
Parece ser
que era cierto. Ella estuvo ayer aquí, probablemente con ese tal Yoochun y la llevaron al parque.
Quizás
Yoochun es su papá, y yo qué estaba pensando mal de Jaejoong.
Espero que
llegue pronto. Ella me tira del cabello mientras hace pucheros, no me queda de
otra más que cumplir sus deseos para terminar con su berrinche. Espero que
Jae llegue pronto y se la lleve.
La echo a mi
espalda dificultosamente hasta que Daeyoung aprieta mi cuello al aferrarse con
sus bracitos.
Cuando entro
al ascensor. La señora Majun me da los buenos días y exclama con ternura que llevo una hermosa niña. Le sonrío y
asiento con la cabeza, reprimiendo las ganas de pasársela para que la cuide.
Apenas
presiono el botón del último piso cuando Daeyoung dice seriamente de forma
clara y educada, como si fuese un gran comunicado: “Mierda.”
La lluvia de
adulaciones de la ahjuma por nosotros se
detiene dando lugar a una mezcla entre consternación e indignación. Me encojo de
hombros mentalmente, los padres de esta niña deberían estar avergonzados. No es
mi responsabilidad.
Sale
abruptamente del elevador apenas este se abre lanzándome una mirada
reprobatoria. Le enseñará a no dejarse
llevar por las apariencias, al menos.
Daeyoung
suelta mi mano cuando terminamos por recorrer todo el camino de arboles y
bancas. Ríe divertida corriendo hasta los coloridos juegos metálicos. Se monta en el
sube y baja pero como solo es ella, desiste y corre a los columpios los cuales
por su baja estatura, no puede alcanzar. Ni hablar del pasamanos.
Me siento en
una banca cercana a ella, divirtiéndome con los pequeños problemas de la
infante. Al ver que intenta subir por las escaleras de aquel juego, sonrío
confiado en que no podrá, pero lo hace y salta hasta quedar colgada de la
barra. Pone una mueca de considerable esfuerzo para pasar a la siguiente.
Oh, vamos a
ayudarla. Me dirijo hacia ella con una sonrisa, para cargarla y hacer que fácilmente
pase de una en una con sus dos
temblorosos brazos, a pesar de eso ella comienza a reír encantadoramente.
“¡Soy la
mejor!” Exclama.
“Ya lo creo.”
Respondo reprimiendo una risa.
Pasamos lo
que queda de la mañana y parte de la tarde en el pequeño apartado para los
niños, donde cada vez más y más párvulos se encuentran jugando. Este es el
mismo parque donde vengo a correr la mayoría de los días y donde me encontré
con Jaejoong.
El recuerdo
no me afecta demasiado, porque a decir verdad, estoy divirtiéndome mucho. Ella
es divertida, pero también muy agresiva. Debo decir que se parece mucho a mi
cuando era un niño.
Mientras
estamos en el sube y baja, con ella quejándose porque siempre queda arriba, la
distrae la reconocible música del camión de helados.
“Ahjussi,
quiero uno.”
“Vamos
entonces.”
“No, yo cuido
el lugar. Ve por uno ahora…” Oh, vaya que es mandona, como cierto pelinegro que
conozco.
Asiento con
la cabeza, como si se tratara de un asunto serio y corro hasta la acera donde
ya hay una fija en miniatura de solo pequeños niños formados. Supongo que me
veo algo ridículo, como un gigante entre ellos.
“Sabor fresa
para ambos.” digo al regresar, pero ella
no esta sentada donde la dejé. Están otras dos niñas de mechones castaños que
posiblemente tomaron el lugar vacío.
“¿Daeyoung?¿A dónde fue la niña con la
mochila de Hello Kitty?” les pregunto.
“Un ahjussi
se la llevó.” Responde la que parece ser
la mayor de ellas.
De acuerdo,
eso no puede estar bien. ¿Alguien se la llevó? ¿Quién?
Se supone que
estaba cuidando de ella. Esto es un problema. Miro mi alrededor para ver si la encuentro a lo lejos.
Al sentir mis
manos pegajosas debido a la nieve derritiéndose sobre ellas, tiro los dos conos a
la basura. Hay algunos adultos en las bancas cuidando de sus hijos. No pudo
alguien llevársela fácilmente en caso de que Daeyoung se hubiese resistido.
Corro con el
corazón latiéndome rápidamente hasta el camino de los arboles, revisando los
arbustos y las bancas, la llamo repetidamente. Llego hasta el final del
trayecto con un nudo en la garganta.
No puede ser.
De verdad pudo haber sido raptada. ¿Por dónde comenzar a buscarla? No puedo llamar a nadie porque no tengo
ningún número.
Ahí, a punto
de tener un ataque de histeria porque nunca me habia sucedido algo como esto
antes, y veía demasiadas cosas horribles en las noticias como para comenzar a hiperventilar justo ahora, escuché su voz.
“Daeyoung-ah,
tiraste todo tu jugo.” le reprende con cariño, mientras le quita la sudadera
empapada.
“Lo siento.”
Jaejoong abre
su mochila y saca un suéter amarillo para ella. “No debiste abrirlo si planeabas correr.”
Están al
final del parque, donde la cacofonía de la cuidad puede escucharse, dejando
atrás a las risas de los niños y los rechinidos de los columpios.
“Creo que el
ahjussi se perdió.”Murmura. Estoy a unos metros de distancia, pero como Jaejoong esta
de con cuclillas hacia ella, ambos no pueden verme. Sin embargo, cuando el
pelinegro se pone de pie y la toma entre sus brazos. Los ojos claros de
Daeyoung se fijan en mí. “Oh, ahí está. ¡Hola, mierda!”
El cabello de Jae esta de nuevo como usualmente luce, un tanto despeinado.
Con una
graciosa expresión entre sorpresa y miedo, Jaejoong esta viéndome.Aún lleva el traje, pero esta vez sin la corbata.
Al menos ella
está bien. Me acerco sintiendo como un gran alivio me llena el cuerpo, hasta
relajar mis músculos.
“Papi, vamos
a los juegos.” Le dice Daeyoung sonriente, apretando las mejillas de Jae entre
sus regordetes dedos, sin embargo, aquellos ojos oscuros continúan fijos en mí.
Jaejoong esta pálido, con los labios entre abiertos.
La pequeña aferra el ramo de tulipanes de esta mañana entre sus brazos.
“¡Ahjussi,mira! ¡Mi papi me regaló flores!”