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Durante dos días habia
mantenido la mirada baja, como si
estuviera resignado a la decisión del pelirrojo.
Subió las escaleras con
algo de cuidado. Estaba incomodo. Dolía.
Pero más bien tenía
ganas de regresar corriendo a pesar de su extraño estado a romperle el labio.
Imposible, por
supuesto. Eunjae era más grande, mucho
más fuerte y despiadado. El tenía
experiencia para pelear incluso con sujetos que le triplicaban el peso, al
contrario de él que jamás se habia enfrentado
a nadie.
Esperó a escuchar la motocicleta de Eunjae. Lo
visualizó a travez de la ventana. Se
habia cambiado de ropa. Si no lo conociera diría que tenía pinta de un chico
bueno, como el de aquel drama donde salía Yoochun que él y Junsu habia estado
viendo la última semana después de que
regresara de Paris, montó la motocicleta y aceleró de poco a poco antes de marcharse
calle abajo. Probablemente a su trabajo.
Jaejoong en el pasado no sabía
que era, sólo sabía que era algo ilegal y ciertamente muy peligroso al ver la
variedad de pistolas que Eunjae habia manejado desde que lo conocía.
Ahora maldecía ese momento. La primera vez que lo vio.
Jaejoong se habia sentado en
algún lugar de aquella banqueta de
esta misma calle cansado de buscar. Le habían dicho que aquí podría
conseguir trabajo, y pues entonces, habiendo comenzado a llover, Eunjae habia
aparecido con una sonrisa para llevarlo dentro de su departamento. Lo demás es
innecesario saberlo, desearía olvidarlo.
Abrió la ventana de su
habitación para escapar. Pasó los pies
por el marco y se sentó en él, listo para pasarlos al relieve que unía al
segundo piso. Aunque ya lo habia hecho
antes, de igual forma saltó esos dos
metros cayendo de lleno en la tierra, porque ya no habia césped, Jaejoong ya no
estaba ahí para cuidarlo, ensuciándose la cara y la ropa. Esperando que no se hubiese lastimado de
verdad el codo, como pudo prosiguió a
avanzar en dirección opuesta a la que se
habia ido el pelirrojo.
Tuvo que caminar hasta
la parada de autobuses.
Se sentó en el último
asiento, mirando por la ventana, con cierto temor a que Eunjae apareciera en
cualquier momento para detenerle.
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Como Jaejoong no habia
llegado la noche de ayer quiso llamarle para saber la razón. No era que
estuviera preocupado, pero obviamente tenía que darle una buena excusa como para dejarlo a él, Shim
Changmin, plantado.
Nunca nadie lo habia
hecho antes. Eso habia sido a la mañana
siguiente de haberse quedado de ver. Ahora
simplemente estaba preocupado. Y una vez más no podía salir de este
lugar para averiguar si estaba bien.
Habia llamado varias
veces al celular de Jaejoong pero este no contestaba, así que no pudiendo hacer
nada más tuvo que asistir a los pendientes de su agenda como Choikang Changmin.
Se dejo caer en el
sillón de los vestidores. El maquillaje le acaloraba el rostro y los ceñidos
pantalones brillantes y negros con los
que tuvo que hacer las tres coreografías para el programa de música hacia que
sus piernas sudaran.
“Changmin.” Le llamó su
manager. “Es hora de irnos ¿quieres que te lleve a casa?”
El castaño negó con la
cabeza antes de dar un gran trago a su termo.
Expresó una exhalación
satisfecha al terminar de beber. “No, gracias. Traje mi auto.”
El motivo era para
buscar a Jae en su trabajo, pero no lo habia encontrado. Y aún no sabía con
exactitud la dirección de su departamento.
Después de cambiarse, despedirse de Yunho, se puso una
gorra en la cabeza húmeda al salir de la
televisora. Subió a su coche rápidamente antes de que atrajera la atención para
salir del estacionamiento hacia su casa.
Solo
quería llegar a bañarse y enterrarse en su cama para dormir hasta mañana. Con las manos en el
volante, justo cuando el semáforo cambiaba a rojo, su familiar tono de llamada
remplazo el silencio en el volvo.
Lo
alcanzó de la mochila que estaba en el asiento copiloto, sin quitar la vista de
enfrente.
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Llegó un poco más
cansado de lo que creyó. Su respiración estaba acelerada cuando cruzaba el pequeño
jardín para tocar el timbre debido a que corrió las últimas cuadras volteando
su cabeza hacia atrás un par de veces. Llámenlo paranoia.
Sin embargo, en casa no
habia nadie. Jaejoong por un momento se
preguntó si debería gritar el nombre de Changmin para ver si salía. Puede que
no siempre atendiera a la puerta.
Justo cuando fue en
busca de una luz que le indicara que
pudiera haber alguien, por una de las ventanas más bajas como a 1.90
metros de altura, una voz le sobresaltó.
“Vaya, hola” Changmin
camina hacia él, llevaba en una mano sus llaves, en la otra su celular. “Te
estaba llamando.”
“Changmin…”
“¿Por qué Eunjae tiene
tu teléfono? Él me llamó....”
“Él se lo quedó…” murmuró. Lo habia olvidado,
no lo pudo encontrar y ahora Changmin sabría qué habia estado durante esos dos
días con Eunjae… pero estaba aquí para decirle la verdad.
“Entonces son muy
cercanos como para que se lo prestes.”
“No,bueno…es decir.”
Esa expresión en el rostro del menor le ponía nervioso. No sabía para donde
mirar.
“Lo que sea. Quiero
entrar. Toma.” Le dio el suyo. “Llámale. Parece que también te fuiste sin
avisarle ¿no? Estaba preocupado por ti.”
Se escuchó murmurar un “igual
que yo” que le hizo sentirse aún peor.
Si el pudiese haber
escapado justo esa misma hubiese ido con Changmin cuanto antes, pero estaba
demasiado lastimado.
Si tan solo hubiese
tomado el asunto más seriamente Eunjae
no lo hubiera sorprendido con la guardia baja en su departamento.
Habia dos hombres jóvenes
aún, que le intimidaron cuando lo echó al auto de vidrios polarizados dos días
atrás. Podrían ser sus socios. Eso le
hizo temer aún más y desistir de defenderse. Nunca habia visto con qué clase de
gente se relacionaba el pelirrojo. Ahora se daba cuenta del grado de
peligrosidad en el que el mismo se habia expuesto cuando vivía con él.
Gotitas de sudor aún
caían de las sienes de Changmin, su cabello un poco más largo estaba húmedo y se pegaba su frente.
Jaejoong siguió los
pasos del más alto, se quitó sus zapatos sin cintas en la alfombra de la
entrada para pisar la madera pulida, al subir el escalón sintió un beso en su
frente.
“Me alegro que estés
bien.” Y le envolvió en un abrazo. “Sé
que es raro, Jaejoong.” Murmuró cerca de su oreja. “Pero a veces me preocupo
demasiado. Creo que algo va a pasarte o simplemente vas a desaparecer. No
conozco mucho de ti.”
“¿P-porque pensarías
eso?” Rodeó su espalda, sintiéndola mojada aún sobre la tela. No era desagradable abrazar a Changmin con
todo ese sudor en el cuerpo, desprendía un aroma a frutas rojas y colonia cara.
No contestó. Changmin
evitó su mirada cuando se separaron. “¿Vamos a tomar una ducha? También estas sucio.”
“P-”
“Por favor.”
Entendiendo la pregunta en sus ojos, lo tomó de la mano y lo llevó al baño. Pero
no se veía entusiasmado. Simplemente
Changmin parecía estar demasiado serio. Su expresión denotaba como si estuviera determinado a algo.
Cuando entraron y
Changmin le quitó la sudadera amarilla, apresó su muñeca. “Así que….es verdad.”
Susurró con incredulidad aún. “Ustedes estuvieron juntos”
Changmin habia querido comprobar algo que el pelirrojo habia dado entender en
aquella llamada.
Jaejoong dirigió sus
ojos negros hacia el enorme espejo de marco dorado. Habia pequeños y sucios moretones en su
cuello, en su cintura, y otras mordidas.
Por supuesto, Eunjae lo
habia tocado, pero no creyó que dejara tantas marcas y no habia previsto aquello cuando se quedó
semidesnudo frente al castaño.
No le habia afectado
mucho que Eunjae lo tomara como pensó que sería en un principio. Sabía cómo
dejar de sentir, aunque no pudiese
controlar sus terminaciones nerviosas, pero eso habría sido verdaderamente útil cuando
esto era cosa de todos los días meses atrás antes de conocer a Changmin.
Sin embargo, nunca hubo
más de una consumación intima entre él y el pelirrojo. Y técnicamente Eunjae no le habia mentido a
Changmin.
De una u otra forma, se
podría decir que sí, estuvieron juntos. Ahora mucho menos tenía el valor de
decirle a Changmin toda la verdad, no con esa expresión dolida, llena de furia
fría que mantenía el menor.
“¿El te obligó?” No
pudo contestar. En cuestión de segundos, Changmin caminaba de regreso a su
habitación para ponerse tan solo otra camisa limpia, tomó las llaves del volvo
y calzó sus zapatos. El pelinegro lo siguió a pasos apresurados, sin saber que
decir o que hacer mientras se vestía de nuevo. “Ese imbécil va a pagármelas, Jaejoong.” Gruñó.
Batallaba para abrochar sus cintas.
“Changmin no vayas a
buscarlo” pidió con la voz ahogada. No
sabía exactamente que podría hacerle Eunjae a Changmin. Era más peligroso de lo
que siempre habría creído. No solo tenía
mal carácter, Eunjae no se detendría si
un furioso Changmin llegaba a reclamarle algo.
“Él te forzó.” Y Changmin seguía repitiéndose eso mentalmente,
tratando de convencerse a sí mismo. No podría aceptar que Jaejoong se hubiese
burlado de él.
Quizas no habían hablado
de la clase de relación que mantenían exactamente, pero aún así creí que estaba
claro que ambos tenían algo estable. Así
que no, Jaejoong no pudo haberlo traicionado.
“No puedes ir.”
“Sé donde vive, es el mismo maldito lugar donde se reunía con esos criminales años atrás.”
Todos los que entrenaban en su
generación lo sabían.
Changmin se puso de pie
apenas terminado y abrió la puerta. Jaejoong lo detuvo del brazo, apretándolo ligueramente.
“No vayas. Él es peligroso.”
“No me importa. Suéltame.”
Parecía estar decidido, Changmin comenzó a forcejear con él para que lo dejara.
“No va a quedarse así yo—“
“Yo quise.”
“¿Qué?”
“Lo lamento. Fue
consensual.” Un nudo se le hizo en la
garganta al ver como el color abandonaba el rostro de Changmin. El tenía que arreglar
las cosas, pero no quería que Changmin se enfrentara a él. No quería que
llegara a pasarle algo malo por su culpa.
“Está
bien.” Respondió con voz temblorosa. “Olvidémoslo. Fue un error, no vuelves a hacerlo y esta bien.”
No
permitió que el castaño se acercara mientras negaba con la cabeza.
“No. Lo
siento de verdad. Eso es todo.”
No cuando habia escuchado las voces profundas de hombres fuera de la habitación, donde
él habia estado encerrado, hablando de armas, secuestros y asaltos. No cuando
Eunjae habia amenazado con hacerle daño al castaño.
Levantó el rostro.
Changmin siquiera lo veía, lo empujó fuera de la casa haciendo que el mayor
diera traspiés para no caerse, le aventó los zapatos sucios. Y le cerró la
puerta en la cara con una expresión de piedra. Jaejoong sintió que una mano apresaba sus intestinos y los
apretujaba.
Tomó los zapatos con una mano y se alejó del
lugar. Era lo mejor. Tenía que aceptar que era
lo mejor.
Primero se desharía de
Eunjae. Asegurarse de que no volviese a
verlo. Por lo que tenía que mantener a
Changmin fuera de esto.
Mordió sus labios. Sentía
en sus pies descalzos el duro y frió concreto lastimándolos. Aquello le parecía
familiar.
Sus parpados acunaban
sus lágrimas. Levantó la vista para impedir su avance a las mejillas.
“Changmin, tienes que
perdonarme cuando esto termine.” susurró a la nada.
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Nunca creyó que el
lugar que siempre habia mantenido limpio como su especie de hogar inestable fuese
punto de reunión para gente tan peligrosa. Probablemente estuvieran ahí mientras
él se iba a trabajar al club nocturno.
Su primera intención había sido llamar a la policía mientras
espiaba el pequeño edificio detrás de unos árboles.
Pero uno de esos tipos
lo había sorprendido y lo habia dejado sentado en el sillón frente a Eunjae.
“Veo que ya regresaste,
Jaejoongie.” Saludó cínica mente Se acercó a él para tomar su mentón y así
mirarle directamente a los ojos.
“¿Qué le dijiste a
Changmin por teléfono?” preguntó.
“Qué no se preocupara
por las marcas de sexo en tu cuerpo. O algo así. ¿Pero qué importa? No es como
si lo fueras a ver de nuevo.” Apretó
su agarre, mientras mantenía esa sonrisa dulce. “¿O sí?”
“No.”
“Entonces
está bien. No voy a acercarme a él si estás aquí.”
Uno
de los que parecían ser más jóvenes estaba a punto de decir algo, cuando Eunjae
lo miro inexpresivo, entonces calló.
“Ve
a tu habitación. Subiré cuando termine con los chicos.” Le dio un tierno beso en la frente que le revolvió el estomago.
Esta
vez no evitó que sus mejillas se mojaran. Cuando se recostó en su cama, se cubrió hasta la
cabeza con las sabanas frías. Entonces
recordó esa noche en la habitación cuando estaban en Paris, la sonrisa torcida de
Changmin.